Los sonidos del silencio

En estos días de confinamiento, nos estamos encontrando con numerosas oportunidades de reflexión y de silencio. Lo llenamos con múltiples ruidos, voces que nos mantienen ocupados, incluso yo diría «dispersos».

Cuando hay ausencia de ruidos, las calles están vacías, no hay coches ni personas trabajando, cuando sólo reina el «silencio», en ese momento es cuando somos capaces de escuchar esos pequeños sonidos que siempre pasan desapercibidos; los crujidos de los edificios cuando se dilatan o contraen, el suave sonido de la lluvia al caer, el zumbido de los tubos fluorescentes o de los pequeños electrodomésticos. Son sonidos secundarios, que suelen pasar desapercibidos; como el trabajo de las personas anónimas, que, como «duendecillos», por la noche limpian nuestras calles o recogen la basura que nosotros producimos; nadie los ve, quizá escuchamos el ruido del camión de la basura, pero es un sonido que ya está integrado en lo cotidiano; sí es su trabajo, y cobran por ello; y si un día hacen una huelga, notamos la consecuencia de su inactividad ante el creciente aumento de las bolsas de basura en las calles, y el peligro que ello representa para la salud pública y la limpieza de nuestras ciudades. Como en todas las circunstancias de nuestra vida, notamos más su «ausencia» que su «presencia».

En el silencio, por tanto, se nos presenta la oportunidad de ser agradecidos por esos pequeños sonidos de la noche, el trabajo de los anónimos, basureros, limpiadores, panaderos, repartidores, y tantos otros, para darnos cuenta de que necesitamos de todos; que para construir una Civilización de la Paz y del Amor, hemos de ser conscientes de que somos parte de una gran comunidad de personas que me aporta todo lo que yo no soy capaz de hacer.

Repito, no los ves cuando están, pero cuando no están notas su ausencia. Esto nos debe llevar a ser agradecidos ante cada persona que camina a nuestro lado ofreciéndonos su servicio, su presencia, sus cualidades. Un sincero «gracias» por nuestra parte, es una contribución enorme en la construcción de un mundo mejor, de un mundo de Paz y Amor.

¡Gracias!

¿Cómo ocupar mi tiempo libre?

Esta pregunta parece que tiene trampa ¿verdad?. Una cosa es llevar una vida normal, con una jornada laboral de 8 horas, tiempo para descansar, para comer, para las tareas normales de cada día, y hacerme después esa pregunta para las horas que restan en el día, o los tiempos de descanso en el fin de semana. Solemos adoptar una actitud de dejadez en ese tiempo libre, porque lo que más nos apetece, después del cansancio semanal por el trabajo, es dejarnos caer en un sillón, solos o junto a nuestro seres queridos, y dejar correr el tiempo sin pensar en nada, viendo algún programa de televisión, navegando por Internet o jugando horas interminables en algún videojuego, crucigrama, o similar.
Solemos desaprovechar, perder ese tiempo tan preciado, por falta de iniciativas, intereses y creatividad. Y si el trabajo que realizamos lo asumimos solo como un instrumento de sustento, que no nos llena ni nos enriquece humanamente, al final del día podemos llegar a decir «¡esto no es vivir!».
Nuestro trabajo no nos llena, es una carga, el ocio lo perdemos; ¿consecuencia?: intentamos evadirnos, para olvidar que nuestra vida no tiene una ruta, un sentido. En cierto sentido «perdemos la vida».
En la circunstancia que estamos viviendo hoy, con la obligatoriedad de confinarnos en nuestros hogares a causa del Covid-19, resulta que «mi tiempo libre» es «todo el tiempo», que la dejadez que antes nombrábamos por el cansancio del trabajo, no existe; que nos enfrentamos ante un tiempo sin duración determinada, sin nada que hacer; y, entonces, nos preguntamos ¿como ocupar mi tiempo libre si ese tiempo es «todo el tiempo»?
Ante todo es importante no desesperarse, porque «cada día tiene su propio afán». Enfrentemos cada día por separado, sin pensar que todavía me quedan 10 ó 15 días semejantes.
Pero a la vez, creo que es importante planificarse un horario, una rutina que nos obligue a movernos; pensemos en esas cosas que llevo tanto tiempo queriendo afrontar, ese libro que quiero leer, ese armario que quiero ordenar; tenemos la oportunidad de planificarnos para hacer de este tiempo de prueba un tiempo de crecimiento.
¿Ideas?: puedo enumerar algunas; podemos dedicar ese tiempo para orar, leer, limpiar la casa, ordenar armarios; podemos hacer un curso online de algo que me interese, de cocina, manualidades, idiomas; sé de una persona que tuvo que mantener reposo varias semanas por una pierna rota, y aprovechó para aprender a tocar la guitarra. Ideas puede haber muchas, pero dependen de cada uno, de nuestros gustos, de nuestras ilusiones.
Pero a la hora de aplicarlas, creo que es muy importante marcar un horario, una rutina que nos dé una estabilidad emocional. Ese horario será el dique de contención para que las paredes de nuestra casa no se derrumben sobre nosotros.
Si afrontamos esta oportunidad con coraje e imaginación, estaremos contribuyendo en la construcción de una «Civilización de la paz».