Escuela de la vida

Una de las constataciones que hemos ido observando a lo largo de nuestro tiempo reciente, es la necesidad de «aprender a vivir». Nuestros niños, adolescentes y jóvenes reciben -en los diversos centros de estudio- una cantidad de información que necesitan procesar de manera adecuada para que pueda desembocar en una vida concreta de alguien concreto que vive y camina por nuestras ciudades.

Información, que no «formación», pues en los centros docentes -normalmente- se ven en la necesidad de alcanzar unos percentiles y unos niveles que cubran las aspiraciones -primero- de los padres de los alumnos. Más preocupados por la posición y el estatus social que -en muchos casos- del mundo interior en el que viven sus propios. En segundo lugar, una sociedad tan altamente competitiva como la nuestra, prepara para la eficacia, la utilidad, el ascenso social, el bienestar (= tener, poseer, poder). Y esto hasta el punto que «todo es fácil» en nuestro tiempo, y todo se debe dar sin esfuerzo alguno. Basta ver las categorías y principios que aplican los padres para conceder o comprar a sus hijos cuanto necesitan. Basta ver, también, la agresividad y falta de reconocimiento de la autoridad que se observa en la vida familiar como en los centros de estudios…

Para La Ciudad de la Paz es claro que se hace necesario «enseñar a vivir», tanto a nuestros niños como a los adolescentes y jóvenes. Sólo así, consideramos, podremos esperar y prepararles a ellos mismos un mundo mejor, una sociedad en la que todos puedan ser felices y vivir en paz.

Pero la realidad es que no hay edad para aprender en esta Escuela de la Vida. Los niños y adolescentes necesitan aprender a construirse como personas, sobre los pilares de los valores humanos; los jóvenes necesitan orientación para enfocar su vida, su vocación particular en servicio al mundo; los adultos también necesitan reciclar sus conocimientos; pero sobre todo, y desde un punto de vista espiritual, necesitamos conocer la fe que decimos profesar, para vivirla en toda su plenitud.